viernes, 16 de septiembre de 2011

Sobre la tragedia y su utilización

Los accidentes de tránsito son el equivalente a una guerra civil en nuestro país, la cantidad de gente que muere y queda lisiada no tiene nada que envidiarle a un conflicto bélico y el principal factor es el error humano. Once vidas y centenares de heridos se cobró el fatal choque entre un colectivo que arrastrado por la fuerza de un tren sufrió, como si faltara algo el impacto del tren que circulaba en sentido contrario.
El colectivero cruzó en el momento indebido, no hay dudas y se llevó el peor castigo posible pagando con su propia vida. Esto es un hecho, cruzó cuando no debía, se puede discutir a partir de ahí casi todo, pero hay que tener como brújula el hecho. El hecho no depende ni de Cristina ni de Macri.
A nivel legal la empresa de colectivos probablemente se lleve la peor parte, luego restaría saber, peritaje mediante la velocidad a la que circulaba el primer tren que lo embiste, después la empresa concesionaria y tal vez después, pero mucho después los gobiernos nacionales y de la ciudad ingresarían en la cadena de responsabilidades.
Somos víctimas de una máquinaria de inseguridad y no hablo de asaltos, secuestros y crímenes, tenemos barreras que nos deben avisar algo y desconfiamos de que lo hagan, a esa inseguridad me refiero. Ahí está probablemente la falla inicial de la cadena que llevó al chofer a tomar una decisión desafortunada en la cual no tuvo intención de generar el daño. Esas barreras son como un despertador que queremos que suene a las 7:30 y suena una hora antes y como lo sabemos no nos queremos despertar porque sabemos que falla mientras tanto nos sumergimos en la fragilidad de su incertidumbre y seguimos adormecidos.
Los problemas de tránsito que tenemos en el area metropolitana se parecen en mucho a los de las grandes metrópolis del mundo. Tenemos trenes con más de un millón de usuarios, que viajan mal y recurren a otros medios de transporte que dificultan aún más el tránsito. Los gobiernos deberían tender a que cada vez viaje más gente en el transporte público asegurandoles una mejor calidad de servicio.
El problema de tránsito existe, no lo generó ni Macri ni Cristina, se venden muchos autos, vamos patentando por la letra K y el ritmo sigue. Creció el parque automotor, en la capital hay patentados unos 800.000 autos que sumados a los que ingresan desde el conurbano estamos rondando los dos millones de autos circulando en un espacio que en lo esencial es el mismo que hace cincuenta años, las mismas vías, la misma velocidad de los trenes, los mismos carriles de las autopistas, las mismas calles, los mismos tiempos que tienen los colectivos para dar el recorrido completo... quizás este último factor el que precipitó la decisión del chofer.
El país creció, no hay dudas, crecieron todos los sectores, no hay dudas, ahora crecen algunos sectores más que otros, no hay dudas ¿tenemos desarrollo para ese crecimiento? El bebé creció, está grande, gordito... ¿camina, habla? ¿se desarrolló? Esas son las cuestiones para criticar a los gobiernos, tenemos que criticarles las decisiones que toman para el interés general pero nunca podemos responsabilizarlos por decisiones individuales, critiquemos solo lo justo, no culpemos a los gobiernos ante cada nuevo accidente porque no alcanzaría el tiempo, hay muchos, los hay hace años y lamentablemente seguirán, no dejemos que se pongan de moda como tema periodístico, critiquemos responsablemente.

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